Manifiesto existencial

Albert Camuss y Jean-Paul Sartres del mundo... ¡uníos!

No hay nada detrás de la nada.
Uno es un punto en el medio de la Existencia.
Se existe y se dejará de existir.
Uno es respiración, un expropiador del aire.

Uno es un silencio en medio de la noche.
Dos gotas de agua en la inmensidad de una cascada.
Uno es polvo en el desierto, un punto que existe, un punto respirador.




Uno es una cornisa sin caída en el medio del Universo.
Un sonido disparado en todos los sonidos.
Uno es la nada, la espada mil millones enterrada;
un aullido del animal, un eco del árbol que cae en las colinas.

Uno es rojo, sin mapas. La nada encima de la nada.
Uno sabe que no hay nada detrás de la nada.
Uno es la luz de la luna en la piel y todo lo que está después de la piel.

Uno es antes, el intento, el punto en el lápiz pero no el punto en la hoja.
Uno es la hoja que cae al suelo en medio del vendaval.
Uno es el efecto del viento en la sombra. Uno es una sombra que en algún momento no será más.

Uno es invento, artificial e incoloro, un artefacto existencial.
Uno es un punto en medio de la nada. Una cosa limitada. Una incomprensión.
Uno es la nada inabordable. Una gota que no se atrapa.
 
Dos veces oscuridad. Una cosa repetida que se va a acabar. 
Uno es el objeto inapropiable, algo sin transforma, el no cambio en la oscuridad.
Una cosa que respira, una cosa constante que se va a terminar.

Uno es algo que termina, un paso de paso, una luz apagable. Una huella por pisar.
La nada a pedazos. Un ruedo descocido. La nulidad.
Las cosas ex-nihilo, un surco desvestido, vestido y desnudez.

Una cosa que existe para dejar de existir. Otra vez el ruido del árbol.
Una nube en Júpiter. Una tormenta en los confines de la Eternidad.
Uno es el antes de llover. Un intento. Un punto. Una corazonada en el bosque.

Una presión en el mar. Un animal simbólico.
La cosa atrapada, la ilusión, la noción.
Uno es la nada en ninguna parte y la mitad. El entero convidado a una inmensidad. Una eternidad acabable en los confines de una piel.

Uno es un punto suspendido. Un antes de algo, un intento, otro aullido. Una noche interior.
Uno es una sombra. Un movimiento respirador. Un punto rojo.
Uno es la nada, un entero a la mitad,
una mirada a las cosas incomprensibles. Un deseo a medio terminar.

Uno es una cosa construida que se va a acabar.
Una luz en medio de las cosas prendidas...y de nuevo la oscuridad en los confines.
La cornisa sin caída. Uno es la nada.
La nada que sabe que no hay nada detrás de la nada.

Uno es algo que va a dejar de ser. La espada mil millones, años, en el tiempo inexistente.
Nada. Una cosa que en años no se va a nombrar. 
El mil billones. La inabordabilidad. Incomprensión entre intelectos. 
Una nada con final. Un destino en la inexistencia. Una corazonada en el desierto.

Dos gotas de agua en el vaso medio lleno y medio vacío. Un vacío acompañado, 
unos átomos enrollados.
Un punto en las nubes de la eternidad.
No hay nada detrás de la nada.
Uno es un tramposo jugador, un genial fabulador, el constituidor. La nada en construcción.

Lo único constante es que uno se va a acabar. Uno es "nada más".
Un latido inescuchable, un mensaje casi trascendente en los ecos de la mente.  
El ser y la nada. La mañana y los días. El extranjero nacional. El pisador de hormigas. 
La cosa roja que respira. El punto animal. Las nubes descargadas. Las moscas. La nada.

La espada mil millones enterrada, una cosa que se va a acabar.
Uno es la nada que se va a terminar...
Porque lo único constante desde hace 3.600 millones de años es que donde hubo vida, no hubo más...

Este es por ahora mi manifiesto existencial.

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Imagen.
http://www.angelfire.com/art3/vanguardismo/bib.htm