¿Se irá con las estrellas?
El lugar en donde vivo ahora es lo que se conoce como una Pensión. Generalmente es un lugar en donde lo estudiantes alquilan una habitación y comparten el resto de los sitios de la casa. La habitación que ocupo en esta pensión se sitúa al fondo de la casa así que para llegar a ella debo recorrer todo el lugar, ya sea por dentro o por un pasillo sin techo al costado del sector centro de la casa. Esta casa tiene dos salas en donde se cocina la comida (en Argentina le decimos "cocina" tanto a esa sala como al aparato con que se cuecen los alimentos): una, situada al fondo inmediatamente después de mi habitación, y, la otra, situada en el medio de toda la construcción.
Apenas uno sale de la cocina del medio de la casa se encuentra con un patio, luego de ese patio se ingresa a otro sector que es justamente en donde está la segunda cocina y, más al fondo, dos habitaciones (una de las cuales es la que yo uso). Esta experiencia-sensación subjetiva que voy a relatar sucedió en este patio que hace de nexo entre los dos sectores contruidos de la casa y que frecuentemente transito durante el día y la noche.
En estos días de invierno en Tucumán el cielo se ve muy bonito y despejado, muchas veces con una linda Luna deslizándose entre los cables y los edificios del entorno. Casi todas las veces que me permito, al transitar por ese patio, levanto mi cabeza para ver las estrellas; indistintamente a veces me quedo unos segundos o unos minutos observándolas. Son magníficas, inalcanzables, misteriosas, pequeñitas en la visión. Las imagino repletas de secretos y solemnidad, y con esta imaginación me replanteo mi vida y toda la existencia: del mundo, de las personas, de las cosas a mi alrededor; me replanteo el aire, las Galaxias y toda aquella inmensidad aguardando un cálculo matemático, una línea poética, una mínima mirada que las desvele, que las descubra.
Así que esta vez pasé como todas por el patio y me quedé mirando las estrellas por un rato. El aire fresco y ellas y yo en una instantánea soledad. Hace unas semanas levanté por primera vez en mi vida los brazos señalando las estrellas, quizás como queriendo entender que uno es parte de toda esa inconmensurabilidad, aunque sin lograrlo. Esta vez hice algo parecido cuidándome de que nadie me viese, claro.
Justo después de bajar los brazos tuve una extraña sensación, una sensación de atracción, muy similar a cuando uno acerca dos imanes. Ese magnetismo invisible tan característico ahí estaba en esta sensación. Y casi casi me voy. Casi una estrella, o un grupo de ellas, me atrajo hacia arriba, y la sensación fue lo suficientemente distinguible como para que hoy escribiese sobre ella. [Este texto fue escrito hace un mes, más o menos]
En el transcurso, como siempre, tuve temor, y ahí se cortó el suceso (o tal vez igual se iba a cortar él solito). Me fui al baño sin darle mucha importancia. Y he pensado todo este tiempo sobre esto en términos de duda, de incertidumbres, de incertezas, de tiros de flechas y pensamientos fuera del blanco.
¿A dónde está el hombre cuando observa las estrellas, y, quién hace esta pregunta? Paz.
Apenas uno sale de la cocina del medio de la casa se encuentra con un patio, luego de ese patio se ingresa a otro sector que es justamente en donde está la segunda cocina y, más al fondo, dos habitaciones (una de las cuales es la que yo uso). Esta experiencia-sensación subjetiva que voy a relatar sucedió en este patio que hace de nexo entre los dos sectores contruidos de la casa y que frecuentemente transito durante el día y la noche.
En estos días de invierno en Tucumán el cielo se ve muy bonito y despejado, muchas veces con una linda Luna deslizándose entre los cables y los edificios del entorno. Casi todas las veces que me permito, al transitar por ese patio, levanto mi cabeza para ver las estrellas; indistintamente a veces me quedo unos segundos o unos minutos observándolas. Son magníficas, inalcanzables, misteriosas, pequeñitas en la visión. Las imagino repletas de secretos y solemnidad, y con esta imaginación me replanteo mi vida y toda la existencia: del mundo, de las personas, de las cosas a mi alrededor; me replanteo el aire, las Galaxias y toda aquella inmensidad aguardando un cálculo matemático, una línea poética, una mínima mirada que las desvele, que las descubra.
Así que esta vez pasé como todas por el patio y me quedé mirando las estrellas por un rato. El aire fresco y ellas y yo en una instantánea soledad. Hace unas semanas levanté por primera vez en mi vida los brazos señalando las estrellas, quizás como queriendo entender que uno es parte de toda esa inconmensurabilidad, aunque sin lograrlo. Esta vez hice algo parecido cuidándome de que nadie me viese, claro.
Justo después de bajar los brazos tuve una extraña sensación, una sensación de atracción, muy similar a cuando uno acerca dos imanes. Ese magnetismo invisible tan característico ahí estaba en esta sensación. Y casi casi me voy. Casi una estrella, o un grupo de ellas, me atrajo hacia arriba, y la sensación fue lo suficientemente distinguible como para que hoy escribiese sobre ella. [Este texto fue escrito hace un mes, más o menos]
En el transcurso, como siempre, tuve temor, y ahí se cortó el suceso (o tal vez igual se iba a cortar él solito). Me fui al baño sin darle mucha importancia. Y he pensado todo este tiempo sobre esto en términos de duda, de incertidumbres, de incertezas, de tiros de flechas y pensamientos fuera del blanco.
¿A dónde está el hombre cuando observa las estrellas, y, quién hace esta pregunta? Paz.
Comentarios
Cuando era chica (unos doce años) una noche me pasó algo similar...
Besitos de lindo fin de semana mi precioso niño,
Lo importante es no posicionarse, tanto desde el lugar de quienes escuchan acerca de estas 'experiencias', como del lugar de quienes supuestamente las tienen. De verdad, no es nada del otro mundo, aparentemente estas cuestiones están a la vuelta de la propia esquina mental, en cada ser humano.
Un saludo, María Beatriz, Rosscanaria y estejulioesuno!!!!!!!!!!
Imposible no ver las estrellas desde el patio de tu casa, ¡imposible! He escrito sobre las estrellas y el patio de tu casa en este blog, sólo que no mencioné nombres ni nada (tengo que encontrar la entrada).
Jajajaaj "esta julia es otra" jajaja.
¡Te mando un abrazo! Gracias por todo!!!!!!!!!