Pared en blanco o sobre la exploración del Yo
«Sólo puedes descubrir lo que es el amor conociendo lo que no es. No conocer intelectualmente, sino vivir dejando a un lado lo que no es: celos, ambición y avaricia, toda la división que hay en la vida, yo y tú, nosotros y ellos, negro y blanco...». (Krishnamurti en Stuart Holroyd. Krishnamurti, el hombre, el misterio y el mensaje)
Exploration, NASA. Wikipedia |
Uno quiere conocerse, investigarse, descubrirse (“explorarse” es la expresión más neutra que encuentro) y a primera vista eso parece algo que está bien. Recuerdo a Sócrates en su "Conócete a tí mismo” y me digo que estoy muy bien situado, en sintonía. Más cerca en el tiempo, me remonto a Krishnamurti con “si uno no se conoce a sí mismo, no puede ir más allá de las ilusiones proyectadas por la propia mente” (1) y me digo que estoy muy pero muy bien. Veo en buen camino todo mi propósito, mi visión, mi objetivo y digo que es absolutamente correcto el planteamiento y el abordaje.
Pero no. Lo lamento si alguien quiere conocerse a sí mismo también, eso no existe.
A efectos de lo que quiero decir, el Yo es una burbuja en donde yace todo lo que uno es, tanto dentro de la esfera de la atención como dentro del inconsciente. El Yo es básicamente una pompa de jabón intacta que tiene movimiento en su interior. Ahí adentro todo se mueve: una creencia (la inclinación del ánimo para decir que una cosa es de determinada manera y no de otra); un deseo (el movimiento de la voluntad que quiere obtener algo); un pensamiento cualquiera (algo que aparece en un momento en donde antes no había aparentemente nada; la producción de la memoria tras la cualidad de registro del cerebro humano), etcétera. El Yo tiene un movimiento en su interior pero que no es tal, sino que tiembla sobre una estructura intacta, rígida, que no se mueve en lo absoluto. Así, su movimiento es de surgimiento y aparición por sobre una órbita ya establecida que en definitiva no se mueve.
Querer conocerse a sí mismo, querer conocerme a mí mismo, es en sí un movimiento que no es observado por nadie, ni siquiera por ese Yo que se quiere conocer. Así, uno pone las intenciones en aquello que le pudiera dar algún dato pero no en el motor que posibilita este mismo querer, este querer conocerse a sí mismo. Y obviándolo todo, realmente parece una expresión muy sana y sensata la de “yo quiero conocerme a mí mismo”. Si uno se fija en el detalle de la primera expresión del primer párrafo de este post, no se cuestiona el por qué uno quiere algo, cualquier cosa, como conocerse a uno mismo: ¿Por qué alguien se quisiera conocer? ¿Por qué mi Yo plantearía tal iniciativa? Aún así, sin ese cuestionamiento, uno tiene la tendencia (el punto en donde sus uniones van hacia algún lado) de modificar la periferia, que en este caso es la palabra ('exploración' en vez de las otras) y no la estructura misma de la herramienta del lenguaje y su puesta en marcha a través del pensamiento.
El pensamiento es una herramienta así como lo es un destornillador, y, ¿puede un destornillador darse tratamiento a sí mismo? ¿No tendría que ser algo diferente, salirse de sí (o algo similar) para lograr abordarse? Si todo lo que es mi Yo se halla en la creación del pensamiento ¿es sensato abordar mis pensamientos con más pensamientos? Uno supone, en toda esta especulación, que la exploración de uno mismo debe darse de una forma en que no haya más movimientos (en palabras de Krishnamurti: Sólo cuando la mente no da continuidad al pensamiento, cuando está en silencio, en un silencio no inducido, y sin causalidad alguna, es sólo entonces cuando puede haber liberación del trasfondo (2)) y yo supongo que para ello es requisito entender todos esos movimientos primero (o aunque sea verlos).
Más personalmente, yo anhelo conocerme a mí mismo porque considero que en la actualidad de mi vida tengo ingratitud. Yo me quiero conocer porque no estoy conforme y estimo que, una vez conocido lo que yo soy, podré tener cierto dominio sobre aquello con lo que tengo descontento. Yo estoy descontento por todo esto que soy en la presentación de mi mente, sin embargo, ¿no sería un más de lo mismo tratar mi descontento con aquello que lo causó? ¿Destornillador con destornillador, pensamiento con pensamiento? Entonces, ¿qué es preciso para la exploración del Yo? ¿Cómo puede uno acercarse a sí mismo sin crear más movimiento del que ya hay? Realmente yo espero algo, yo espero un resultado con la satisfacción del planteamiento de querer conocerme. Yo supongo que conociéndome obtendré algo a cambio y ese algo a cambio es lo que espero. Pero ¿no es acaso arbitrario esta suposición en el producto de lo que eventualmente vendría si mi Yo lograse conocerse? Y me vuelvo a preguntar, ¿cuál es el entramado base de poner en mi imaginario la suposición de una satisfacción una vez mi Yo sea conocido? Y sigo, ¿qué sustenta mi proposición por la afirmativa de decir que será ese algo a cambio una complacencia para mí? ¿De dónde viene todo esto? ¿Cuál es el criterio íntimo por el cual mi Yo considera un contento la obtención de su conocimiento propio? Me lo he preguntado varias veces. ¿Qué hay adentro, qué hay ahí? Y me encuentro con una pared en blanco. No sé por qué tengo la idea de que conocerme a mí mismo dará una respuesta a mi actual descontento.
Continuará en una próxima entrada. ¡Un saludo!
Agrego: Aquí la segunda parte.
(1) Krishnamurti: El Conocimiento de Uno Mismo3ª Conferencia - 23 de julio de 1949
http://www.jiddu-krishnamurti.net/es/el-conocimiento-de-uno-mismo/krishnamurti-el-conocimiento-de-uno-mismo-03
(2) Krishnamurti: La Libertad Primera y Última 20. La mente consciente e inconsciente
http://www.jiddu-krishnamurti.net/es/la-libertad-primera-y-ultima/la-libertad-primera-y-ultima-42
Comentarios
¿Dónde están las respuestas? ¿Dentro de uno mismo, en el camino, en el entorno, en la biología, en todas la anteriores?, ¿depende? ¿Dejando atrás la inercia y ganándole al tiempo?, ¿depende?
Interesante. Siempre interesante.